viernes, 11 de mayo de 2012


NUEVO AMANECER

Volcó su bolso sobre el asiento del coche. Fue justo en ese momento en el que se percató que las llaves que durante varios años habia llevado encima no estaban. No volverían a estar. En su lugar había unas nuevas.Sintió un latigazo extremo. Comprendió que la noche anterior la había pasado con amigos y quizá cierto exceso   no le dejaba pensar con la claridad acostumbrada. Pero ya era mediodía, y entonces entendió lo que estaba ocurriendo. En su cabeza retumbaron  las palabras de despedida. Justo en ese momento recordó, que el camino que iba a seguir estaba lejos de aquel punto. Tomó rumbo hacia nuevas orillas, dejando atrás cientos de imágenes que recorridas en los segundos posteriores le causaron una angustia que no supo comprender. Rápidamente respiró otros aromas que no eran desconocidos y en su mente se dibujaban las siluetas de otras personas, las que acompañarían su vida desde aquel preciso momento.  El contraste llegó a su interior. Abandonaba años de vida, de color violeta en las tardes de verano, del anaranjado de los pinares. El color que sus ojos retenían no era el azul abierto de ese mar que se presentaba ante ella. Sintió dolor por un instante. Duró poco. Vio un  rostro esperando en el umbral de la puerta y se desvaneció la duda. Un deseo cumplido le empujaba a abrazarse con el aire fresco que respiraba y comprendió que las alegrías llegan siempre con algún dolor. Pero su vida se tornaba diferente y propicia. Se sintió pequeña ante la inmensidad de un futuro incierto y por descubrir. Finalmente recordó a sus amigos, sus lágrimas del adiós, y vio la sonrisa de una bienvenida. No volvió a mirar hacia atrás, pero nunca olvidó el crujir de otros campos. Los comparó con el sonido de las gaviotas y se sintió dichosa de todo lo vivido. Su vida comenzaba una trayectoria nueva en el lugar donde quizá toda la vida fue esperada.